Hay ocasiones que la vida muerde, que el sol lastima,
que la noche es más fría que oscura, que el aire sofoca,
que la luz encandila, que la alegría desaparece, que la palabra hiere,
que el sentimiento mata...

Pero yo... bendigo todo ello.
Bendigo a la oscuridad para que aprecie la luz cuando aparezca,
bendigo el hambre para que cuando llegue el pan me sepa verdaderamente dulce, acaricio al frío para cobijarme después en cualquier portal...

Y bendigo al hombre,
que a pesar de que me lastima a cada paso con sus palabras, acciones, pensamientos y sentimientos, recuerdo y no se me olvida que yo también lo soy...

Y como tal he abofeteado, he herido, he golpeado...la inmensa mayoría de las veces de manera inconsciente, pero finalmente lo he hecho.

Por eso no dejo de amar y amarme, pues en la imperfección de mis actos,
distingo claramente al Dios vivo que habita en mi ser,
en cada célula de mi cuerpo, en cada pensamiento, en cada palabra...

Sólo es cuestión de no olvidarlo y...continuar.

Sólo continuar, a veces sólo, a veces acompañado, a veces con otros andantes desconocidos,
en ocasiones reencontrando a viajeros, pero caminando...

Caminando sin mirar atrás más que para bendecir lo que se ha ido,
lo que tal vez nunca vuelva, lo que alguna vez amé y me dio vida,
lo que adoré y cuidé como a un niño.

Sólo para eso de vez en cuando volteo y...sonrío.